Ese indescriptible placer de cocinar
Creo que la gran mayoría de las personas
disfrutamos de una buena comida (cuando digo buena, me refiero a su sabor, no a
la complejidad de su preparación o a su costo. Que no son necesariamente
características coincidentes) y si al hacerlo, nos encontramos en compañía de
personas que queremos o con quienes compartimos una amistad entrañable, el acto
de comer adquiere un encanto adicional.
Sin embargo, el cocinar parece no tener la misma cantidad de adeptos. Las razones pueden ser muy diversas. He aquí una lista de algunas de ellas (sospecho que las más frecuentes):
Sin embargo, el cocinar parece no tener la misma cantidad de adeptos. Las razones pueden ser muy diversas. He aquí una lista de algunas de ellas (sospecho que las más frecuentes):
- Tener que cocinar por obligación y de forma cotidiana
- Considerar que la persona no tiene “buena sazón”
- Considerar que cocinar es muy complicado
- Encontrar difícil la realización de las recetas porque están llenas de términos inentendibles e ingredientes difíciles de conseguir
- No disponer del tiempo suficiente para hacerlo porque cualquier receta toma mucho tiempo
Durante un
tiempo yo me escudé en algunas de estas razones para abstenerme de aprender a
cocinar. Hoy, luego de descubrir muchos motivos para querer hacerlo con mucha
frecuencia, no puedo decir que soy un experto en la cocina (de hecho creo que
soy bastante torpe), pero puedo asegurar, y de ello tengo muchos testigos, que
disfruto enormemente el poco tiempo de que dispongo para entrar en la cocina a
explorar alguna receta nueva o a preparar alguna de aquellas que he logrado
incorporar a mi “repertorio” (y que mis amigos y familiares suelen reclamar en
cada ocasión).
Comentarios
Publicar un comentario